LA INICIACIÓN

La Iniciación

La parte más especial en un curso de Reiki es la iniciación.

El Reiki no es enseñado de la misma manera que otras técnicas de curación. En una transmisión tradicional durante el proceso de iniciación, el Maestro de Reiki abre energéticamente la coronilla, el corazón y las conexiones de las palmas de las manos del estudiante, creando así un vínculo especial entre el discípulo y el Reiki.  

 A partir de ese momento el alumno puede acceder a esta energía curativa a voluntad. Durante las iniciaciones el alumno notará una sensación sutil y calmada de paz y amor en la mayoría de los casos, y el flujo de la energía por todo el cuerpo y en especial en las manos, en otros casos. 

Reiki es simplemente omnipresente, y somos inconscientes de él hasta establecer contacto a través de la iniciación, después de la cual puede ser recibido y convertido en energía curativa. Es una técnica que se activa después de la iniciación, que es una experiencia existencial que permite establecer un estado de comunión con el Universo.

Iniciarse al Reiki es como entrar sin esfuerzo en contacto con una dimensión más sutil de la existencia, invocando la fuerza vital, la luz y el amor, para ponerse a su servicio como canal de sanación del cuerpo y de la mente, y como instrumento de expansión de la conciencia humana. Invocar la fuerza del Reiki significa al mismo tiempo hacerse su servidor y dejar que ella nos utilice como canales sin ambición personal, ni siquiera de curar, pues es ella la que sana y no el sanador.

Cuando fluye la energía universal el iniciado se llena de vida y de energía, irradiando luz, fuerza, amor y sanación. La fuerza vital otorga a la persona que lo canaliza la capacidad de transmitirla a través de las manos. Este canal sigue amplificándose cuanto más se utilice, tanto como para la curación consciente de uno mismo como para la de los demás, y ya no se pierde nunca, sino que se mantiene toda la vida.

No hay una forma equivocada de dar Reiki pues cuando fluye, dondequiera que se coloquen las manos, esta energía penetra en el organismo del receptor sin ninguna intervención del sanador y se dirige guiada por su propia inteligencia donde más se necesita en la cantidad y duración adecuadas. Lo que redescubre en realidad el iniciado es su capacidad olvidada de ser un canal consciente y totalmente receptivo, aprendiendo en el proceso el arte de permanecer en silencio, haciendo sin hacer.

La iniciación y, la práctica de Reiki, según el sistema que utilicemos, está compuesta por distintos grados o niveles energéticos.